Siento una profunda repulsión hacía la profesión judicial. Creo que hay que tener una profunda tara de personalidad, de humanidad, para defender a auténticos canallas que se sabe con toda seguridad que son culpables, tender redes de trampas legales para encubrir o simplemente realizar todo tipo de delitos o injusticias en beneficio de aquellos que los pagan. Para aplicar las leyes según caprichosas interpretaciones de un texto.
Y ahí está el asunto; una interpretación de la letra impresa.
Una interpretación que puede, y generalmente así lo es, ser mediatizada por las opiniones, fobias o intereses del que lee la ley.
“Los hombres morales no necesitan leyes para saber como deben actuar, los canallas no necesitan leyes porque no las seguirán”, entonces, ¿quien necesita leyes?
Ahí está el asunto.
Las leyes son solo para iniciados, son artificios premeditadamente complejos, ininteligibles para todo aquel no iniciado, están tejidos para que la trampa sea posible, pero solo para que la use un experto, un iniciado.
Que sentido tiene, pongamos por caso, que se condene a un reo a ciento ochenta años de prisión si luego se puede salir a la calle en un par de años.
¿No sería más sensato que hubiera penas reales y fueran cumplidas íntegramente?
No.
Porque se violaría el derecho a la reinserción.
Pero todos sabemos que tal reinserción es solo un concepto teórico que en la práctica solo sirve para hacer sitio en un saturado sistema penitenciario, todos sabemos que el estigma de expresidiario se arrastra de por vida y que es muy difícil, y muchas veces imposible, que aquel que lo lleva se reinserte en la sociedad, independientemente de sus intenciones.
Y lo que es más cierto, mientras exista la arbitrariedad en la aplicación de la ley será injusto que se cumplan las penas íntegras porque puede haber personas que se pudran en la cárcel por robar una gallina y por estafar mil millones salgan a la calle al día siguiente.
Pero en realidad, esa es la situación actual, las penas son arbitrarias y el sistema injusto.
¿Alguien es capaz de creer que los supuestos asesino de la famosa Marta pueden ser juzgados de forma ecuánime por un jurado popular en este país?
Que son unos canallas que cuando menos se lo han sabido montar muy bien para entorpecer el proceso de la investigación, es algo que cualquiera sabe en este país, pero ¿alguien apostaría su vida a que son culpables?
Jamas se sabrá la verdad, oculta entre tanta mentira, así como jamás encontraran los despojos de esa cría, salvo por pura casualidad y más valdría que la gente lo asumiera antes de llegar a hastiar con su constante exigencia de que los busquen, que lo único que pueden lograr es que acabemos por pensar que han encontrado una forma de vida a costa del cadáver.
Nadie puede estar seguro, del quién y como.
¿Entonces? ¿Como puede haber un proceso judicial justo y una condena adecuada?
No puede existir.
Pero habrá un señor que leerá la ley y dictara un veredicto en función de su interpretación de esta.
¿Con que autoridad moral? ¿como podrá estar seguro de que su decisión no está influenciada por años de bombardeo mediático y social, por desgarradoras manifestaciones de la familia, por arriesgadas opiniones de enteradillo?, yo no podría estarlo.
Un ejemplo, quizás extremo, pero uno de tantos.
Como se puede condenar a más de un siglo a un violador, dejarlo en libertad a los pocos años porque es justo y legal, para que luego cometa ocho o diez violaciones más.
Temo el día que reciba una citación para ser jurado, que puede ocurrir, porque no creo que yo sea capaz de juzgar a nadie. Nunca creería las pruebas porque se lo falibles que son, lo sujetas a interpretación que están. Nunca creería a los testigos porque se que la percepción es subjetiva y sujeta a error.
Y nunca confiaría en mi decisión porque me se incapaz de juzgar sin prejuicios a alguien que amo o a alguien que odio.
Más sencillo, no me siento capaz de ser justo y después del ejemplo de los profesionales, menos aún. Si ellos que conocen la Ley y se entrenan para aplicarla sensatamente hacen lo que hacen, ¿como podría hacerlo mejor yo?
Me gustaría que un abogado en ejercicio, un fiscal o un juez me explicara como son capaces de hacerlo ellos… pero probablemente también les prejuzgaría y no les creería.
Por eso juzgo que un millón de abogados en el fondo del mar con un peso en los pies es un buen principio.
Pero claro, ya me parece escuchar sus palabras; ¿preferirías una sociedad sin ley?
Pues… no lo se, no soy tan prepotente como para estar convencido que puedo crear leyes que hagan mejor la sociedad. Pero lo que si se es que una sociedad sin leyes no puede ser peor que una sociedad con leyes pero sin justicia.
Jorge Díaz
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