Hay un mito urbano que dice que los famosos se mueren de tres en tres.
En cosa de dos días han muerto López Vazquez, Ayala y Levi–Straus.
Bueno, bueno, bueno…
No es más que eso, un mito, porque es evidente que se puede demostrar matemáticamente que no existe una pauta en las muertes, son aleatorias y fundamentalmente injustas, claro.
Las pautas son simplemente es un conocido mecanismo sicológico de asociación.
La mente humana necesita organizarlo todo, clasificarlo todo, buscar sistemas para esquematizar el mundo que nos rodea. Para ello no siempre las pautas que vemos son reales porque se basan en percepciones subjetivas y falibles.
La realidad es que cuando oímos que se produce la muerte de un famoso nunca pensamos en esta regla de tres, salvo que en un periodo muy corto de tiempo se produzcan más muertes y podamos organizarlas en grupos.
Entonces recordamos el mito y decimos eso de “valla, va a ser verdad que se mueren de tres en tres”.
No a mucho murió el negro blanco y nadie recordó el mito del tres, aunque hubo más muertes sonadas en esos días. Pero claro, los grupo de asociación se realizan por afinidad y claro Miguelito era único, no se le “agrupó” con nadie más.
Lo que busca la mente es clases asimilables, por eso nos llaman la atención los muertos iguales.
No hace mucho — este ha sido un muy mal año para mí — murieron con pocas semanas de diferencia, varios familiares muy allegados.
¿Una prueba más de la regla de tres?
No, en absoluto.
Fui consciente de esas muertes porque fueron muy importantes para mí y fueron golpe sobre golpe en las mismas heridas.
En lo que va de año mi familia se ha reducido considerablemente, he perdido a varios familiares, a mi mujer, y una amiga muy querida.
Ya he dicho que ha sido un año terrible.
Pero esos familiares que murieron casi simultáneamente eran personas de muy avanzada edad, la persona más joven tenia ochenta y cuatro años.
No es una casualidad que en una familia con personas que rondan los ochenta años, cuando uno muere, puedan sucederles otros, bien por la impresión, bien porque es simple ley de vida.
En el resto de los casos hubo graves enfermedades de por medio, así que, en realidad las estadísticas y la ley de probabilidades demuestran que estas cosas simplemente pasan y no hay más que hablar.
De hecho, en un año se me ha muerto media familia, desde mi mujer a mi madre, así que no es coherente con el mito, solo con la vida.
Pero eso no alivia la mente.
Necesitamos encontrar explicaciones a las cosas que nos ocurren, es el principal hálito de la especie humana.
Responsable al mismo tiempo de la estupidez de la superstición y de la genialidad el descubrimiento científico.
Por desgracia es más fácil inventar que descubrir, por eso es más popular la hoja parroquial que Nature.
Se pueden hacer dos cosas; aceptar que las personas mueren o andar buscando mitos para explicarlo y así encontrar consuelo.
Yo me limito a recordar a mi seres queridos que, por un capricho de la ley de probabilidades, han muerto casi a la vez.
Lo demás es puramente anegdótico.
Jorge Díaz
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