¿De que va esto?

¿Que de que va esto?. Pues... Decía don Alberto — Einstein, por supuesto— que; “Mi vida es una cosa sencilla que podría no interesar a nadie. Es un hecho probado que nací, y eso es todo lo que es necesario saber”.

Yo soy mucho menos interesante que él, y además tengo el muy grave defecto de no callarme ni debajo del agua.

Así tengo de enemigos y un puñado de amigos.

Por eso esta y otras páginas van a ir de mis obsesiones personales; la fotografía, los Macintosh, mi gata, la ciencia ficción en la literatura, la libertad de opinión y expresión…

Y cada una de ellas tendrá su sitio, bien organizadito y a veces con afán de lucro, ¡que soy pobre!¡que puñetas!

¿Le interesara a alguien? bueno, eso deberá decidirlo en cada caso el observador.

LosAtrabiliariospuntoORG? será el lugar donde opinare sobre lo divino y lo humano, y sobre todo tocare los adjuntos a tanta mente bien pensante que por el pellejo bovino campa a su aire.

Puedo irritarle o puedo agradarle, pero por favor, no me pida que me calle si no pienso como usted.

Advertido queda.


Aviso a netvegantes (?).


Odio, odio, odio a Piter Pan… digo… odio la censura.


Puedo cambiar de canal, pasar la pagina o apagar la radio, pero nunca le negaría la oportunidad de expresarse libremente ni al más repugnante impresentable… bueno, a Ansar le deseo una buena laringitis.


En esta página nunca censuro a nadie, jamas… en todo caso… puedo contestar y aténganse a las consecuencias el opinante, por algo esta es mi casa.


Si alguien escribe un comentario y no lo ve publicado solo puede obedecer a dos motivos:

Uno, fallo técnico, informático o de sistema.

Y dos, no se me ocurre ningún otro motivo posible por mi parte.


Así que se diera que no se publica un comentario, en este casos agradeceré que se me notifique por las cuentas de correo para subsanar el fallo.


Gracias… o no, oiga.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Dejad a los muertos en paz.

Me horroriza la colonización cultural anglosajona — yanqui — casi tanto como la estulticia de los nacionalismos xenófobos.


Más aún cuando de lo que se trata es de montar un negocio a costa de inventarse fiestas tradicionales.

Tradiciones de tan rancio abolengo como el año pasado.

Me refiero a esta tontería de todos los santos o difuntos.

Me niego a usar ese estúpido anglicismo tan de moda.

Una idiotez que se ha popularizado a base de repetir en todas las series yanquis los episodios de esta y otra estúpidas fiestas… aunque la verdad es que lo más estúpido es esa gente que dice “si lo hacen ellos, ¿porque no nosotros? ¡hala, vamos a copiar!”

Y el rebaño detrás.

El legionario cojo, manco y tuerto se debe sentir muy honrado al ver como su grito de guerra “muera la inteligencia” es seguido con tanto cuidado.


En este país siempre y en mayor o menor medida según las regiones, ya hemos tenido demasiada tanatocracia, demasiado culto a los muertos… o más bien, culto a la pantomima social con los muertos como excusa.

Demasiado negocio alrededor de dar el mejor entierro al difunto, alrededor de montar el mayor sepelio y el fingimiento social de acudir a presentar los respetos por la muerte de alguien que en el mejor de los casos no nos importaba un carajo en vida.


No hace mucho, perdí a mi madre… bueno, no la he perdido porque seguirá conmigo mientras la recuerde y así será mientras yo viva.

Por desgracia me vi obligado a aguantar los ritos sociales que con la muerte tienen los gallegos, tanatocráticos sociales donde los halla.

Por un lado, fue un escándalo que no admitiéramos duelo, — nuestra opinión es que quien no la había visitado en vida durante su larga y penosa enfermedad, no tenía nada que hacer allí a su muerte, y los allegados no les importaría si había duelo o no —, pero no fue pequeña nuestra sorpresa cuando en el tanatorio nos entregaron una serie de hojas de firma de condolencias y un fajo de tarjetas de visita de gente que había acudido en esas horas.

Y fue una sorpresa porque no conocíamos a nadie de esa gente.

Sorprendente casi tanto como que una buena señora, completamente desconocida, se intentara colar en la sala bajo la excusa de que como las otras salas estaban cerradas pues, venia a velar a nuestro muerto.


Me ha resultado siempre incomprensible como puede haber gente, jubilados por lo general, que acudan a montar tertulia en la consulta del ambulatorio, pero que lo hagan en un velatorio de un desconocido es, como poco, morboso — yo lo calificaría de forma más ofensiva pero… —

 

La costumbre tradicional es acudir a pasar el rato y hacer tertulia en los velatorios.


El ser desconocidos o como se sientan los allegados es indiferente, es una falta de respeto el pretender llorar en la intimidad a tus seres queridos.


El segundo escándalo lo dimos cuando no hicimos cortejo — ¿con quién, con absolutos desconocidos? — y no la enterramos como dios manda.

No limitamos a incinerarla en la intimidad y punto.

Hubo quién nos critico — también gente que no se digno en preguntar por la enfermedad de mi madre — porque al no haber sepultura ¿donde vamos a llevar flores y visitar al difunto?


Bueno, ni yo ni mi padre somos gallegos así que sus tradiciones mortuorias, y porque no, las opiniones que absolutos desconocidos tengan sobre como lloramos a nuestros muertos nos importan un carajo, pero no deja de ser insultante la falta de respeto que supone el pretender que todo el mundo lleve a cabo los mismos hipócritas ritos, porque sea lo que a un grupo de gente le gusta hacer.

Muy bien, hagan ustedes lo que quieran, pero no intente obligar a lo demás a hacer lo  mismo para que ustedes disfruten del espectáculo.


Intimidad y discreción. ¿tiene algún significado para ustedes?


No digo que disfrazarse y andar de puerta en puerta pidiendo caramelos sea mejor que andar gastando dinero en lustrar una lapida y llenarla de flores un día al año, para que luzca más que la del vecino.

Aunque si me parece vergonzante que ciertos padres pretendan que absolutos extraños les den regalos a sus hijos por su cara bonita — o disfrazada —, si su hijos quieren fiestas y caramelos, señores, háganlas en sus casa y paguen ustedes sus caramelos, ¡que coño!

Yo suelo mandar a la mierda a los hijos de esa gente que en navidades — otra gilipollez — los mandan a pedir el aguinaldo de puerta en puerta. Denles ustedes la paga, que para eso son sus hijos, ¡Coño!


Al menos, el que lustra la sepultura no molesta al vecino desconocido obligandole a participar de sus historias contra su voluntad, mientras que los niños y no tan niños pretenden hacerte participar de su diversión, quieras o no.


Pero en cualquier caso, tanto la estupidez mercantil yanqui — que de eso se trata, de otra excusa de venta, como son las navidades, las rebajas, los días de oro, el día de los enamorados de Pepín Rodríguez o el día del presidente, que aquí no lo celebramos pero al paso que vamos… —, que además, es algo que en muchos países se celebra de forma parecida pero con mucho menos negocio y más festividad, como por ejemplo la fiesta de la calaca en Méjico.

Como las otras tradiciones de culto a los muertos, no son nada más que eso, negocios para comercializar los sentimientos de perdida que todos sufrimos en algún momento.


Y en realidad, no tiene nada que ver con las personas queridas que vamos perdiendo en nuestra vida, porque de nada sirve un ramo de flores a fecha fija de calendario cuando no nos acordamos de ellos en todo el año.

Los muertos solo viven en nuestros recuerdos y para mantenerlos vivos en ellos no hace falta ni fiesta comercial, ni flores ni puñetas, solo hace falta recordarlos y nada más.

Pero claro, lo importante, como en el caso de los gallegos, son las apariencias y el que dirán los demás en la aldea, y no el sentimiento de perdida del difunto.

La cosa es que los demás vean que nos acordamos mucho del difunto y no los sentimientos… ¿será que no tienen sentimientos y solo envidia?


Sinceramente, me produce nauseas tanta hipocresía y sobre todo el cinismo de personas a las que no les importa un puto carajo el difunto.


Bueno, eso es todo, o casi.


Porque no quisiera cerrar estas líneas sin hacer mención a esa estupidez de los meapilas vaticanos con esa campaña que se han sacado de la manga para combatir la chorrada yanqui. Según parece pretenden, en vez de disfrazarnos y hacer fiestas de moustros y difuntos, nos vallamos a rezar y cantar a las iglesias.

No, si me parece bien combatir la invasión cultural yanqui, pero ¿de verdad creen que la gente va a preferir ir a rezar que montar una fiesta?

No se, como no repartan el vino de misa y cambien el gregoriano por maquina…


No, su reino no es de este mundo definitivamente… Pues… Oye, ya puestos porque no se mueren, se van a su reino y nos dejan en paz a los demás.



Jorge Díaz

martes, 3 de noviembre de 2009

Financiación sacra.

No sorprenderé a nadie que si digo que tengo algo personal contra los curas.


Vamos a ver, no. No tengo nada contra las creencias intimas de cada uno. Allá cada cual con su cada cuala. 

Entiendo muy bien que la mente humana es débil y enfrentarse a la vida a pelo es muy difícil, lo se. Tiene que ser muy reconfortante el poder volverse hacía una fuerza superior cuando sufrimos una desgracia y acusarla de ello, o cuando tenemos miedo poder rezar y sentirnos protegidos.

Pensar que los buenos — nosotros — son premiados tras la muerte y que todo ha merecido la pena. Que los malos — ellos, los otros — serán castigados de igual manera, que el daño sufrido será castigado.

Sobre todo debe ser muy reconfortante creer en algo después de la muerte cuando sufrimos una perdida, debe ser un gran consuelo pensar que los seres queridos no desaparecen del todo porque nos esperan en otro lugar.

Sí, debe ser muy cómodo tener una serie de reglas de comportamiento que obedecer sin tener que meditar sobre lo que debemos y no debemos hacer y en todo caso, aunque seamos canallas genocidas, con un par de padre nuestros queda todo perdonado por dios y la historia.


Yo mantengo la más alta consideración para las creencias de cada cual, no me meto en ello.


Pero… el problema vienen cuando esas personas, en vez de tener sus creencias en privado o en su grupo de correligionarios, sin meterse con nadie. Cogen y pretenden obligar a los demás a seguir sus mismos códigos de conducta y profesar las mismas creencias por las buenas o las malas.

Cuando empiezan a intentar obligarme a que comparta su fe y su moral a toda costa restregándome sus ritos por las narices contra mi voluntad, porque es la voluntad de su dios.

Entonces ya empezamos a tener problemas y suelo reaccionar de forma agresiva.


Aunque en todo caso, suelo practicar la indiferencia… salvo con esas viejas que no tienen nada mejor que hacer que agredirme con sus panfletos cada vez que me cruzo con ellas por la calle. ¿Cuantas veces y en que tono grosero tengo que decirles que no me interesa su superstición evangélica para que me dejen en paz de una puta vez? 


Los que ya son otro tema son los que viven con dios — como su dios, vamos — a costa de pretender que son interpretes y portavoces de los que su dios quiere, ejerciendo de transmisores del mandato divino para todos los creyentes en su secta.

Mandato divino que se suele resumir en captar adeptos sumisos y recaudar fondos, de una u otra forma.

Me importa un puñetero carajo si estos individuos llevan sotana, caftán, turbante, clériman, alzacuellos o túnica azafrán.

Entre los curas y yo hay algo personal que podría muy bien definir como odio vesánico.


No solo porque tienen la soberbia de intentar obligarme a vivir como ellos dicen — que no como ellos hacen —, sino que encima pretenden recortar mi derecho a vivir como quiera, intentando cambiar las leyes para limitar mis derechos, que no los suyos.

Y encima tienen los santos cojones — nunca mejor dicho — de pedirme dinero para financiar su organización y sus medios de adoctrinamiento.


Vamos a ver, dejando a un lado que quiero tener derecho a abortar cuando lo crea necesario y si a ellos no les gusta, que no lo hagan y nos dejen en paz a los demás con nuestros derechos.


A mi es que no me salen las cuentas oiga.


Los muy cínicos van y dicen que cada domingo van a misa diez millones de fieles devotos que viven su fe — que muy bien, que la vivan, pero que nos dejen en paz a los demás, ¡coño! — y luego piden que les demos parte de nuestro I.R.P.F.

Vamos a ver, diez millones de fieles a cinco euros cada uno y por cincuenta y dos semanas al años, dejando a un lado las fiesta y ritos de guardar a mayores, las recaudaciones más o menos ilícitas como los foteros de parroquia y otra prevaricaciones. Suman unos dos mil seiscientos millones de euros al año.


¿No tienen bastante? ¡Joder, si los bancos tienen menos beneficios que ellos y encima no pagan impuestos!


Pues no, una de dos, o no saben administrarse, lo que desde luego no es mi problema en absoluto, o no son todos los que dicen y los que son no les dan ni un puto duro pesar de ser sus fieles.

Que por otro lado, que si tuvieran que apañarse únicamente con las contribuciones de sus acólitos como otras sectas, como los mormones, los Jehová o los evangélicos tan populares entre los gitanos y lolailos. Que como no tienen dádivas institucionales por eso son tan pesados con el proselitismo, para conseguir más tontos que les paguen. Pues bueno, entonces se entendería, pero no es así.

Pero la iglesia tienen muchas formas de financiación, sin mencionar el concordato que a ver cuando dejamos de financiar una secta con dinero público, tienen intereses en empresas de todo tipo, desde fabricas de condones — cómpralos pero no los uses — hasta empresas que fabrican sus productos en el tercer mundo con mano de obra esclava o infantil.

Por no mencionar la fabricación de armas o la corrupción del ladrillo, que se ha demostrado que son otras formas de financiación de la iglesia.

¿Y esas viejecitas a las que se les convence para que dejen sus bienes a la iglesia?, pues no, no es cosa del siglo XVIII, no, aun pasa y es una forma habitual de extorsión para los curas.


Pues no, después de toda esa financiación, después de meterse en la vida de todo el mundo, después de darnos la lata con la pretensión de que hagamos lo que ellos dicen pero no lo que hacen.

Después de llevar siglos alineándose con dictadores y asesinos por el bien de la vida eterna, nos restriegan por la cara un meloso anuncio según el cual son los únicos en este país que hacen algún tipo de labor social, que sin ellos, el mundo sería un lugar sin atención a los desamparados, a los enfermos, a los pobres. Sin moral ni ley vamos.

Para acabar pidiéndonos dinero de nuestros I.R.P.F. o cheques al portador, que todo es bueno para el convento, dijo el padre prior echándose una puta al hombro al salir del burdel.


Manda cojones con estos tipos.


Pues miren, si no tienen dinero para construir el pequeño vaticano en Madrid, si no tienen dinero para mantener su patrimonio histórico artístico, si no tienen dinero para mantener tantos conventos o para pagar a tanto cura,si no tienen dinero para financiar sus periódicos, radios y televisiones, si no tienen dinero para seguir con sus  labores sociales.

Pues yo les doy una solución muy sencilla que viene a ser la que practicamos los hijos de vecino cuando no nos llega el dinero y es gastar menos. Sobre todo en caprichos.


No construyan el pequeño vaticano.

No mantengan su patrimonio, Secularícenlo y déjenlo en manos privadas o públicas para que sean locales sociales o lo que deseen sus dueños, como ocurre con cualquier otro patrimonio en este país… bueno, no, tu tienes una casa declarada de ínteres histórico y lo último que te dejan hacer es venderla para que en su solar construyan pisos, como ha pasado con más de un convento o casa parroquial.

Bueno, a fin de cuentas si una capilla abandonada se cae a pedazos, ya vendrán cuatro fieles a arreglarla de su bolsillo… o del bolsillo del vecino a poco que se pongan a pedir.

No  mantengan tanto convento, pongan a trabajar a curas y frailes y que dediquen su tiempo libre a la religión, como viene haciendo todo hijo de vecino que tiene que trabajar primero y dedicarse a las aficiones después.

No sigan con sus supuestas labores sociales que con el dinero público que se les da sobra para que los poderes públicos suplan los que ustedes dicen hacer y sin chantajes religioso morales — salvo en Madrid o Valencia donde el asesoramiento a la jóvenes está en manos de asociaciones anti abortistas que practican terrorismo informativo con financiación pública, por ejemplo —, y además, hagan lo que todo hijo de vecino, dediquen lo que les sobre a obras sociales, si les sobra y quieren.


Vamos, que si no pueden vivir como curas se jodan ustedes de una puta vez y dejen de pedirnos dinero a los que ni somos de su rebaño ni nos caen ustedes ni una pizca bien.

Quizás, si se dedicaran solo a sus cosas y nos dejaran en paz aun podríamos perdonar que sean unos puñeteros parasitos, pero es que encima se pasan el día metiéndose en la vida de las personas y diciéndonos como tenemos que vivir.

¡Coño ya! si su feligreses quieren hacerles caso, bien, allá ellos y sus taras mentales, pero déjenos en paz a los demás. Y sobre todo, métanse en el culo sus asquerosos anuncios.

 



Jorge Díaz