
Había un chiste...
En la consulta del dentista.
—Buenas tardes señor Rodríguez, siéntese en el sillón y veamos sus caries…
El señor Rodríguez se sienta en el sillón y agarra los bajos del dentista con la mano.
—¡¡¡Oiga, que hace!!!
—Nada doctor, simplemente… no nos vamos a hacer daño ninguno de los dos, ¿verdad doctor?
Hace un tiempo, hubo un ¿escándalo? en cierto partido; unos militantes habían espiado a otros, supuestamente, claro esta.
¿Con que intención? ¡ah, no sabemos!
Luego sacaremos conclusiones.
El caso es que cierto gerifalte, a cargo de las cuentas del susodicho partido, impuso paz entre unos y otros, dejando claro que todo eran infundios sin base para minar el prestigio del partido ante la sociedad.
La trama fue investigada en el parlamento regional y no se volvió a hablar del asunto — ellos no hablaron —.
Ahora, un juez bastante dado a las investigaciones espectáculo, investiga una turbia trama de corrupción política y de financiación en ese mismo partido, y resulta ha encontrado que ese mismo gerifalte de cuentas parece implicado en tales asuntos turbios.
Dejemos a un lado que el gerifalte imbuido de justa y santa indignación esté amenazando con querellarse contra el susodicho juez.
—"Yo no he robado el coche, señor juez".
—"Pues yo le condeno".
—"¡A que le pongo una querella!"
El caso es que las reacciones de los cargos de ese partido han sido de silencio, de indiferencia o en todo caso de apoyo institucional hacia la persona imputada mientras no se demuestre su culpabilidad, de la cual dicen que es un espejo de honradez en el que se mira todo el partido… joer con el referente, ontejode.
El caso es que el mismo que enterró una trama de espionaje es ahora defendido por su partido, en el mismo partido que era espiado. Y mira que es raro que en un lugar lleno de facciones enfrentadas y a hostias por controlar Cajamadrid nadie diga ni pío.
¿Por que será?
¿Quizás por eso de hacer causa común contra los zafios intentos de la oposición para desprestigiarlos?, quizás sí. Pero puestos a ser mal pensados yo diría que espiar a los correligionarios es un buen sistema para tener buenos argumentos a la hora de sentarse a una mesa a negociar asuntos políticos, quizás.
Y una forma muy segura de que nadie se valla de la lengua, ya que si tiramos de la manta el ventilador esparcirá mierda para todos, por decirlo gráficamente.
Pero eso solo sería así en el supuesto de que los espiados tuvieran algo que ocultar, ¿no?
Y de ahí viene el paralelismo entre el chiste del dentista y las prácticas políticas.
Aunque… yo que él, hubiera espiado al juez, hubiera sido más seguro, ¿no os parece?