“La ley no es ciega, la ley inclina su balanza al ritmo de las monedas que recibe por el escote. La ley es una tragaperras”
A veces, las monedas son abogados carísimos que le sacan las castañas del fuego al asesino múltiple más procaz o al terrorista necesario.
Otras, son la “gran amistad” que une a los jueces con los presuntos.
Otras, son las firmes convicciones que llevan a justificar una violación por el uso de minifalda.
O a aceptar que la letra de la ley no considera ensañamiento pegarle setenta puñaladas a alguien.
A veces, la moneda es papel prensa y opinión mediática.
Otras veces es obediencia debida a los líderes políticos, económicos, religiosos o de casta.
A veces, es peor robar una gallina que arruinar un banco o estafar y dejar en la miseria a miles de familias.
A veces basta con un dedo acusador y otras no hay pruebas suficientes aunque vengan en camión.
Como es posible que la ley persiga con justicia la violación y el maltrato sexista si la misma justicia es violada constantemente por sus supuestos servidores. Quizás por eso la representan tan ligera de ropa.
Todos nos indignamos contra el terrorismo.
Pero… ¿contra cual? Porque parece que ser un asesino convicto y confeso no es igual siempre.
Ahí tenemos a Inestrillas, un terrorista asesino que no solo no ha cumplido integra su condena, bastante más suave que otras por lo mismo, sino que lleva muchos años en la calle. Los mismos que lleva montando “mítines” y “homenajes al caudillo”, a veces en lugares tan poco propicios que más se puede hablar de provocación suicida que de acto político al amparo de la libertad de opinión.
Su opinión sí es respetable, otras de igual calaña no.
Él y sus docenas de seguidores montan tales saraos que siempre acaba en violencia, pero la violencia se ejerce por parte de los antidisturbios que se interponen entre ellos y los miles de personas que protestan contra él y el odio y la bilis que vomitan.
Contra la apología de la violencia que proclama un terrorista nunca arrepentido.
Y sin embargo, los detenidos son siempre los antifascistas que no quieren sus mítines delante de sus casas.
Él ejerce su derecho a la libre opinión pública, aunque esta opinión alimente el odio y de pie de justificación a la caza de emigrantes o maricones que algunos practican ante la pasividad policial por falta de medios o por estar ocupados persiguiendo otros delitos más importantes.
Por otro lado, Otegi y sus amigos intentan reconstituir su partido y son detenidos en masiva redada al amparo de extensas operaciones policiales bajo la acusación de apología del terrorismo y constitución de organización ilegalizada.
Contra él si hay tiempo y fuerzas. Contra las bandas nazis no.
Curioso.
Son terroristas o apólogos los de la izquierda aberzale, sí. Amparan el terrorismo callejero, sí. Pero el terrorismo callejero de los cachorros del Frente Nacional nunca se menciona, ni por supuesto, es apenas perseguido salvo como grupos de fanáticos deportivos (?) financiados por los mismo clubs.
A mi me gustaría que alguno de estos sabios jueces, de estos cívicos mandos policiales, de estos políticos legisladores que ilegalizan partidos violentos que no les gustan. Unos sí y otros no. Me explicaran, muy sencillito, que soy muy espeso, en que coño se diferencia las apologías violentas.
Que diferencia al etarra huido del nazi asesino de atocha, hace treinta años en libertad… por un error judicial.
Por qué decir gora euscadi o terra lliure con el puño levantado es un delito y saludar a la romana al grito de franco, franco, franco es libertad de expresión.
Por qué no condenar a eta es un delito y exigir que se exterminen a los rojos no.
Por qué el Valles de Sus Caídos es un monumento y buscar los restos de nuestros muertos una vergüenza histórica.
Porque hacer un chiste, malo, con los principitos en bolas es punible con seis mil euros o quemar una foto es reo de cárcel y gritar contra las autoridades en un acto institucional público no.
Porque se me puede perseguir por pedir la república y no se persigue a los que exigen la dictadura.
La ley dice que todos somos iguales ante ella, que todos debemos cumplir las mismas leyes de igual modo y que todos seremos juzgados por nuestros actos con imparcialidad y de igual modo.
¡¡¡¡Y una mierda señores jueces!!!!
¿Les parece una falta de respeto intolerable lo que acabo de decir?
El respeto es algo muy pero que muy valiosos, no se obtiene por títulos, edad, armas, poder, dinero, cargos o uniformes. Y menos por voluntad divina, aunque sea bajo palio.
Esas cosas proporcionan miedo servil o claudicación.
Podemos estar cautivos y desarmados, encadenados.
Pero jamas obtendrán respeto salvo que sus actos así lo merezcan.
Porque el respeto hay que ganarlo día a día con esfuerzo, por nuestros actos, pensamientos o palabras.
Es frágil, mucho, toda una vida de respeto ganado arduamente se esfuma en un segundo por la estupidez de una palabra a destiempo.
Hace años que deje de tener respeto por muchas cosas, entre ellas las leyes y sus servidores. Pueden perseguirme, juzgarme y encarcelarme, pero jamas conseguirán que les respete porque no merecen ningún respecto.
Sus actos, jueces, políticos, policías, no merecen mi respeto.
Jorge Díaz
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