Soy una persona simple, sin títulos o diplomas, solo hay que ver mi ortografía. No hablo idiomas, más que nada porque creo que hay que empezar por barrer la propia casa antes de ir a pasar el dedo por la alacena del vecino.
Y es por esto que me he esforzado por manejar con un poco de dignidad mi lengua antes de farfullar la de otros.
Pero la verdad es que no soy de letras, creo que es evidente y no presumo de prosa.
Es por esto que me sorprende, pasma, asombra y porque no decirlo, me horroriza ver como gentes con más títulos, cargos y estudios. Personas — o eso les supongo — que han dedicado años a aprender como usar correctamente la lengua, lo hagan tan desastrosamente y sin el más mínimo pudor, como si su obligación no fuera cuidar la comunicación y predicar con el ejemplo.
No voy a acordarme de los señores académicos que en vez de enseñar a usar el castellano con corrección se limitan a dar carta de validez a las mayores estulticias simplemente porque se han puesto de moda entre la población.
¿Y si entre la población pusieran de moda quemar los diccionarios e inventarse una lengua nueva, la RAE quemaría su última edición y estudiaría el idioma inventado?
Bueno, creo que de hecho es a lo que se dedican últimamente.
No, dejemos a los doctos señores académicos y me limitare a recordar unos cuantos desatinos que me han llamado la atención en las últimas semanas, oídos de labios de periodistas y altos funcionarios. Todos ellos muy letrados y cultos.
(…) “antes de volver a su destino”
Destino es una meta, un lugar al que se llega y por tanto no se puede volver a él. Se puede llegar, arribar, terminar un viaje en él destino pero solo se puede volver a un lugar desde el que se ha partido.
(…)” y no porque el virus esté más afectado”
¿Acaso el virus sufre un catarro?, ¿es por ello que el virus de la nueva gripe es tan grave, por que es un virus enfermo en si mismo?
Son los enfermos los que pueden estar más o menos afectados por una enfermedad, los virus son una causa no un sujeto paciente.
(…)”algunas imprudencias cometidas al volante de las dos ruedas”
Con el eufemismo dos ruedas — aplicable con igual rigor a bicicletas, patinetes, carritos de la compra biciclos, y en general cualquier objeto de dos ruedas — se suele hacer referencia a las motos, cuyo medio de control de dirección consiste en un manillar acoplado a la horquilla delantera. No un volante.
Algún loco cacharro se ha visto con volante, pero en general es una estupidez.
(…)”ellos empiezan a terminar”.
¡Sip! subiendo hacía abajo y avanzado hacía atrás — no, se retrocede, no se avanza hacía atrás—.
Una regla de estilo de la más básica de semántica es que no se deben utilizar términos de sentido opuesto en la misma frase.
Salvo que tengamos intenciones humorísticas, pero hacer humor con una reunión de altos cargos internacionales no es el tono más adecuado para una crónica periodística pretendidamente seria.
No es más que una lamentable falta de vocabulario en un periodista el no ser capaz de construir una frase coherente, que para este caso hubiera sido tan sencillo como decir; “ ellos están a punto de terminar”, por poner un ejemplo casi tan vulgar, pero algo más correcto.
(…)”hemos tenido una inflación negativa pero no una deflación”
De entrada, inflación significa elevación de los precios, así que por definición solo puede ser representada por valores positivos, nunca por valores negativos. Es un caso similar a la burrada anterior o por ejemplo eso tan popular en el uso de los tantos por ciento; No se puede dar más que el cien por cien de una cosa.
Para continuar, deflación se refiere a un descenso de los precios, así que si bien no es exactamente el termino antónimo de inflación, sí es cierto que si los precios bajan es deflación, por mucho que se empeñen en usar eufemismos políticamente para ahuyentar el yuyu.
Y para terminar, la inflación conlleva una depreciación de la moneda y una perdida de poder adquisitivo por parte de la población, lo que a todas luces es perjudicial para el pueblo, pese a que beneficie a los ricos que ganan más por menos. Mientras que una deflación supone apreciación de la moneda y que el pueblo gana poder adquisitivo, que le beneficia sin duda, aunque perjudica a los ricos que acumulan menso riqueza, claro esta.
El porque la inflación es buena y la la deflación mala según ellos está muy claro a mi entender.
La moraleja de este artículo es la siguiente:
¿Como es posible que señores cultos que han estudiado la lengua como profesión o como parte de ella y cobran por hablar, sean más brutos que yo, que soy un vulgar paleto ignorante e iletrado que escribe por amor a helarte?
Jorge Díaz.
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