Bueno, todo lo bueno — o malo — se acaba antes o después.
Durante casi un año he intentado hacer una critica del mundo, o al menos dar una opinión sobre como veo yo las cosas.
Pero el caso es que hace tiempo que mi salud se va resintiendo, una de esas “larga y penosa enfermedad” que suelen mencionar los medios cuando alguna figura de un cierto relieve se muere, generalmente cuando nadie le había hecho el más mínimo caso en los últimos años.
El caso es que yo nunca he tenido acceso a internet, por varias razones, entre las que se puede mencionar el coste del servicio en parámetros de precio contra utilidad.
O que simplemente, para usar media hora la día la red — en las épocas de mayor uso — resultaba un lujo difícilmente justificable.
Bueno, a lo que voy es que siempre he utilizado un acceso libre de la biblioteca del pueblo, la cual esta en un segundo piso con seis horribles tramos de escalera.
Y como que y ame resulta imposible subir por esa escalera, pues eso, que en algún momento hay que decir “hasta la próxima”.
Pues eso, que abandono, tiro mis cartas y dejo mi lugar a otro jugador.
En todo caso, ha estado más que claro que el seguimiento de mis opiniones ha sido escaso , cuando no nulo, así que no se pierde gran cosa.
Quizás, si hubiera tenido unos centenares de seguidores podría haber alargado un poco la cosa, a costa de un sufrimiento considerable, eso sí, pero como no es el caso, pues eso.
Hasta luego.
Como dijo el otro: “Aquellos que me amaron sabrán que existido. El resto no necesitan saberlo”.
Jorge Díaz
Lástima porque eres necesario y te apreciamos.
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