Dicen en una universidad de Madrid que van a implantar una norma por la cual se impondrá un plazo máximo de seis años para completar los estudios, el que no lo consiga será expulsado.
Siendo una universidad pública lo justifican con el oneroso cargo que suponen los malos estudiantes para las arcas públicas.
¿Más que un presidente autonómico corrupto?
Pues muy bien.
No se, a mi se me ocurre que… por ejemplo. Que pasa si el estudiante se esta pagando su parte del coste de los estudios trabajando y tras currar ocho o diez horas, o más diarias, solo puede dedicar unas pocas horas al estudio.
¿Que pasa con ese estudiante?, ¿le echamos si no puede acabar la carrera en plazo?
Conocí a un amigo que, trabajando, criando a su hija y siendo sindicalista, consiguió acabar bellas artes en ocho años.
Pues no le hubieran dejado acabar porque sería un mal estudiante oneroso.
¿Más que un concejal de urbanismo prevaricador?
Ya veo.
Yo estudie ingeniería industrial mientras trabajaba y jamas pude con más de cinco o seis asignaturas por año… aunque no puede acabar por falta de dinero para las tasas cuando perdí el trabajo y me negaron la becas. Pero a ese ritmo tampoco me hubieran dejado.
Cosas de ser un obrero con ganas de estudiar. Pero es que ahí está el quid de la cuestión.
Los obreros no deben estudiar, no deben aprender, no deben… pensar.
La gran patronal, las cámaras de comercio, los colegios patronales, la faes y demás hierbas llevan años diciendo que en este país hay demasiados universitarios y que los que se necesita — ellos lo necesitan — son obreros cualificados… que para los trabajos cutres ya importan emigrantes ilegales.
La deforma de Bolonia — no, no es una herrata — ha sido el primer paso hacía un profundo cambio en las aulas.
Se eliminan muchos estudios humanísticos porque no son de interes de la economía, y se modifican los planes para adecuarlos a las demandas del mercado.
A mi, personalmente, me parece obsceno que se supedite el conocimiento y el saber a las necesidades del mercado. O mejor dicho, SUS necesidades y ya sabemos de quién hablo.
Pero dejemos eso y centrémonos en esta segunda maniobra para expulsar a los más débiles — económicos — de la aulas.
Por mucho que lo disfracen de selección académica de buenos estudiantes, poner un plazo máximo para acabar una carrera a una persona solo es poner otro impedimento a los que tienen menos recursos.
Justificarlo con los estudiante eternos golfos es una excusa tan pobre como decir que las investigaciones policiales de corrupción son maniobras políticas.
Estoy convencido que en las universidades privadas de pago no pondrán plazos a nadie, a parte de ser hijos de… papa, cuanto más paguen mejor, ¿verdad?
Pero en la universidades públicas, bueno, si no puedes pagar, a la formación profesional que hacen falta obreros.
Si quieres un titulo, paga por él, como hacen los ricos.
Porque nadie se sorprenderá si digo que en este país y en otros como yanquilandia, es muy común que los ricos compren un titulo sin ningún problema, y ni siquiera es algo nuevo, señores.
Que solo hay que recordar a cuantas personas mato el marques de Villaverde que fue Docto Cirujano gracias a ser rico y cuñadísimo.
En todas las facultades hay quien aprueba por ser hijo de quien son y no por lo que saben.
Y en las privadas, bueno, hay hasta tarifas.
Pero a lo que voy es que la deforma Bolonia, o mejor dicho, la filosofía que hay detrás está dirigida a que los obreros sean estúpidos pero eficientes, incultos pero cualificados y sobre todo, abundantes, para que sean baratos.
Como ese nefasto anuncio de la obra social de un banco en la que habla un deficiente mental, muy contento de estar trabajando — en un puesto digamos humilde — porque han confiado en él y él es un muy buen trabajador, cumplidor, obediente, puntual… vamos, que es un trabajador casi perfecto, según sus propias palabras.
Y efectivamente, es el trabajador ideal… de los mismos individuos que para solucionar la crisis proponen el despido libre y gratuito. Bolonia es un primer paso para conseguir más, esta sensata iniciativa quizás es el segundo, pero con seguridad habrá más.
Si las nuevas generaciones tragan sin decir ni pío se lo tendrán más que bien merecido.
Jorge Díaz
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