Conservadores contra progresistas.
Vivimos en una sociedad — mundial — premeditadamente polarizada, maniquea, de oposiciones. Todo el mundo tiene que tomar partido porque si no estas con ellos — sean quienes sean ellos — es que estas contra ellos, y da igual si no estas con ninguno de los bandos porque cada uno de ellos te considerara un enemigo, un opuesto al que tienen que machacar, aunque tu no te sientas concernido.
Ni siquiera Suiza es neutral — bueno, nunca lo fue, siempre estuvo del lado del dinero —.
Es algo premeditado y fomentado ya que al río revuelto ganancia de pescadores, porque, sí, hay otro bando que se esfuerza en permanecer oculto e invisible, que saca partido de las constantes peleas entre bandos.
Utilizando un símil bélico, son los que venden los suministros y las armas y venden a todos los combatientes en una cómoda no beligerancia. No beligerancia, pero eso no quiere decir que no fomenten que la guerra continúe para mayor beneficio propio.
El pensamiento tiene que ser, en este orden de las cosas, progresista o conservador, pero en la peor forma de ambas posturas.
Pensamiento de la caverna o pensamiento del leming.
El pensamiento de la caverna es… mejor será un ejemplo; imaginemos que vamos a una fabrica, un taller… una forja, por ejemplo, y observamos como trabajan en ella. Preguntamos por qué hacen las cosas como las hacen y como toda respuesta se nos dice que siempre se ha hecho todo así. Por más que preguntemos el por qué. Por qué no adoptan algunas herramientas modernas o cambian el proceso de algún modo para mejorar el trabajo, hacerlo más fácil y porque no, más eficiente, la respuesta es que siempre se han hecho las cosas así y así deben seguir por siempre.
No importa que mejorar el horno con quemadores de propano en vez de carbon y sustituir el fuelle de cuero por compresores mejoraría y haría más fácil el trabajo.
Lo único que logramos e irritar al herrero que acabará por dar un puñetazo en la mesa al grito de que así lo hizo su padre, así lo hizo su abuelo y así lo hicieron todos sus antecesores y que es la forma de hacerlo ahora y siempre y si no nos gusta que nos marchemos.
A esta forma de pensar conservadora la llamo el pensamiento de la caverna porqué si toda la humanidad hubiera opinado así, aún viviríamos en cavernas porqué siempre se habría hecho así.
Sería la forma tradicionalmente correcta de las cosas.
Conservar las cosas buenas del pasado, como usar carbon en ciertos procesos de forja porque el aporte de carbono al acero puede ser deseable en algún caso, no implica que mejorar las técnicas metalúrgicas no sea deseable.
Por otro lado esta el pensamiento leming.
Muy popular entre los geek o víctimas tecnológicas. Cualquiera que use la informática habrá sufrido los ataques de estos individuos, cuyo razonamiento es que tenemos que cambiar de ordenador, de periféricos, de programas, de sistema operativo cada vez que salga al mercado una nueva y más moderna versión de cualquiera de estas cosas.
Porqué eso es el progreso y si no lo haces te quedas anticuado y lo que es peor, estas frenando el progreso.
No importa que uno alegue que para los empleos que particularmente le interesan no necesita nada más, que si las cosas le funcionan bien y le sirven con eficiencia, no hace falta nada más.
Pero hace falta más porque eso es el progreso y si no lo haces te quedas anticuado.
¡Oh pecado nefando!, ¿quedarse anticuado?, ¡antes muerto que sencillo!
Es un circulo vicioso en el cual solo hay dos salidas, o hacerles caso, lo que en muchas situaciones implica un buen número de complicaciones en cascada para nosotros pero que a él le satisfácera durante un tiempo — es una carrera sin final, recordémoslo siempre —.
O simplemente entrar en una más que desagradable desavenencia con él que acabara inevitablemente en ruptura de relaciones o en claudicación por nuestra parte porque estas víctimas tecnológicas no pueden convivir con los retrógrados pecadores que no participan con su mismo entusiasmo en el progreso.
En resumen, son como los leming, corriendo ciegamente hacia el precipicio sin que sea posible convencerlos de lo contrario.
En mi opinión hay que adoptar las ventajas reales del progresos cuando nos sean necesarias y sobre todo útiles.
Para mejorar nuestras vidas solo hay que adoptar las mejoras reales del progreso conservando las ventajas comprobadas del pasado… al menos hasta que estas ventajas sean mejoradas verdaderamente.
Por mucho avance tecnológico que abandere el progreso, el humilde ratón sigue siendo la mejor forma de manejar un ordenador. Por ejemplo.
Y por ejemplo, apretar un botón para que un ventilador avive el fuego de la fragua es mucho más cómodo que sudar manejando un fuelle.
Pero no, hoy según los sabios líderes de opinión hay que ser progresista o conservador. Tomar partido, abanderarse en un lugar bien definido luchando por unos u otros. En cualquier aspecto de la vida.
Pues no, prefiero aprovechar lo bueno de cada cosa y repudiar lo malo en cada caso, definirme en cada caso según el talante del momento y no por el color o calor de la arenga y los que pretendan que mi postura sea partidaria y absoluta, los que me quieran bajo sus estandartes, fiel y ciego, pues la verdad, se pueden ir a la mierda, sean progresistas o conservadores.
Jorge Díaz.
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